«Mi cabeza, en los momentos de presión, en los momentos importantes, me ha respondido bien la mayoría de las veces. Hablemos claro. Mi cabeza me ha permitido jugar de la manera que yo creía que tenía que jugar. Mi cabeza no me ha impedido hacer lo que yo creía que tenía que hacer: eso es lo que pasa cuando tienes nervios, cuando te supera la situación».  (Tomado de una entrevista a Rafa Nadal)

¿Cómo piensan los ganadores?

La psicología deportiva ha detectado dos tipos de atletas. Por un lado, estaría los atletas motivados a alcanzar el éxito y, por otro lado, los atletas motivados en eludir el fracaso. Al analizarlos se han detectado patrones de pensamientos distintos, mentalidades distintas. 

Para los deportistas motivados al éxito, los triunfos son consecuencia natural de sus capacidades. Esta creencia genera más seguridad en ellos mismo y les proporciona más confianza para afrontar los retos. ¿Qué ocurre cuando tienen un fracaso? Pues que lo atribuyen a la falta de esfuerzo o trabajo. 

En ningún caso se plantean que sea falta de capacidad. Ello les genera más motivación para aplicar mayor esfuerzo. Para estos atletas, el fracaso es parte inevitable del éxito y en ningún caso se atribuye a ellos. Son consecuencia natural del camino del éxito. Se enfocan en los desafíos que presenta el triunfo. 

Para ellos no hay lugar a la duda o la preocupación. Tienen una actitud sana. Aceptan sus méritos cuando consiguen los éxitos. Asumen su responsabilidad cuando no consiguen la victoria.

¿Cómo piensan los perdores?

En cambio, los atletas motivados a eludir el fracaso son deportistas con baja confianza y dudas sobre sus capacidades. El éxito para ellos es fruto de la suerte o generado por unos adversarios incompetentes y débiles. 

Desde este punto de vista de pensamiento, los fracasos son fruto de su incapacidad y desprecia los éxitos que logra. Esta mentalidad es un lastre para ellos que los suele llevar al desastre. 

Los deportistas motivados a evitar el fracaso temen los nuevos desafíos y constantemente nadan en las dudas y preocupación. 

Cuando la atribución se centra en la falta de capacidad, tiene como consecuencia una falta de motivación en el esfuerzo y el trabajo, dado que ello no va a cambiar nada.

Enfoque en fortalezas o debilidades

Estos tipos de mentalidades, aunque detectadas y estudiadas en el deporte, se encuentran también en otros aspectos de nuestras vidas, tanto la profesional como en la privada. 

Son fruto de no haberse forjado una personalidad fuerte en la niñez. Sistemas educativos donde se prima el castigo y el enfoque en las debilidades de los niños generan personalidad de incapacidad. 

En cambio, sistemas educativos centrados en potenciar, alabar y desarrollar los puntos fuertes, generan personas con confianza en ellos mismo. 

Son estas personas que cuando tienen que afrontar un reto solo tienen una idea en su mente. Si puedo.

Actuar con más confianza

Las personas con mentalidad ganadora son más proclives a entrar en acción porque el miedo a la pérdida no les paraliza. Al tener la creencia de que su éxito depende por completo de ellos, actuarán con más confianza.

 Fracasan a menudo, pero interpretan los fracasos en clave de aprendizaje. Dedicaran más empeños y esfuerzo. Son las personas que arriesgan valorando mucho más lo que pueden ganar que lo que pueden perder. 

Se sienten cómodos con los retos. No duda en afrontarlos si ven perspectivas de conseguir beneficios.

Desarrollando incapacidad

En cambio, las personas con mentalidad perdedora juegan sobre seguro, lo que les lleva a no arriesgar. Evidentemente, nunca pierden, porque nunca juegan. Pero tampoco ganan. 

No se aventuran a nada nuevo hasta que no tengan la completa seguridad de que no van a perder nada, algo que es prácticamente imposible. Si fracasan en alguna pequeña iniciativa se convencerán de que no sirven para ello. 

No le pondrá más esfuerzo y dedicación. A su vez, esto genera una espiral de incapacidad. No lo intentas, nunca aprendes. Reforzando la creencia inicial de incapacidad.