Tras esta epidemia en la que nos encontramos, son muchas las personas que están volviendo su mirada al sistema inmunitario y a los factores que pueden repercutir en él.
Hoy, en este artículo quiero hablarte un poco del efecto que tiene el ejercicio físico en tu sistema inmunitario.
¿Qué es el sistema inmunitario?
el sistema inmunitario está constituido por un conjunto de estructuras y mecanismos que protegen al organismo frente a agresores externos o internos a través de la identificación y eliminación de estos. Dicha respuesta, es el resultado de la acción conjunta de células especializadas y de las sustancias liberadas por las mismas. De esta manera, el sistema inmunitario constituye una compleja red de células y moléculas que se extienden por todos los órganos y tejidos del cuerpo.
Dado que nuestro organismo debe estar protegido en todo momento, el sistema inmunitario siempre permanece activo y tiene acceso a todas las partes del cuerpo, aunque la principal actividad reside en la sangre, huesos, timo, anginas, ganglios, bazo, médula ósea, pulmones, hígado e incluso intestino.
¿Cómo afecta el ejercicio al sistema inmunitario?
Así interactúan el cortisol y las catecolaminas con tu sistema inmunitario
No hay duda de la interacción entre los diferentes sistemas de regulación (sistema endocrino, neurológico e inmunitario) en el organismo la cual durante la actividad física se pone aún más de manifiesto.
La adrenalina y noradrenalina (catecolaminas) pueden actuar como mediadores de los efectos agudos del ejercicio sobre las poblaciones de leucocitos y neutrófilos (células cuya función principal es eliminar microorganismos “ingiriéndolos”) respectivamente.
De igual manera, el cortisol junto con las catecolaminas serían secretados ante el estrés térmico y físico y esto alteraría los procesos de infiltración leucocitaria, es decir, el proceso a través del cual los leucocitos atraviesan la pared de los vasos sanguíneos para acceder a los tejidos dañados durante el ejercicio.
Así, el cortisol tendría efectos antiinflamatorios, por una parte, pero a costa de una inmunosupresión aguda durante el ejercicio por la otra al inhibir IL-1 y TNF-α, lo que provocaría una inhibición sobre la proliferación y función de linfocitos B y T. Los linfocitos B son células especializadas que tienen como función principal producir anticuerpos. Los linfocitos T por su parte incluyen entre sus funciones atacar directamente a agentes extraños.
Así se adapta tu sistema inmunitario al ejercicio físico
Estas respuestas a la actividad física disminuyen con el entrenamiento, debido a una adaptación positiva a las cargas de trabajo, que paulatinamente provocarían respuestas más moderadas en la liberación de catecolaminas.
Además, cabe señalar que la capacidad oxidativa, es decir, la función de los neutrófilos aumenta en respuesta al ejercicio, tanto en individuos entrenados como no entrenados, siendo la magnitud del incremento mayor en individuos no entrenados, lo cual es lógico dado que tienen mayor margen para mejorar esta funcionalidad. Los neutrófilos serían el tipo de leucocito más abundante en la sangre.
De esta manera, aunque el ejercicio físico puede provocar una inmunosupresión (“bajada de defensas”) esta es transitoria. A largo plazo, el sistema inmunitario acaba fortaleciéndose antes este mismo estímulo.

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